La Integración a través del deporte. Impulsan el ingreso del rugby en las cárceles federales. Ayuda a reducir la violencia en pabellones difíciles y baja el índice de reincidencia.

 

Jesús arrancó la charla. Es un ex preso que relató el cambio que experimentó intramuros a partir de que comenzó a jugar al rugby. Fue contundente: a partir de la llegada del deporte a la cárcel donde estaba alojado, encontró amigos, razones para seguir viviendo y deseos de no vincularse nunca más con las drogas. Y su relato conmovió a la concurrencia.

El pasado viernes fue un día histórico para muchos alojados en la Unidad 24 de Jóvenes Adultos del Servicio Penitenciario Federal, en la localidad de Marcos Paz. A partir de la iniciativa de los jueces nacionales de Ejecución Penal María Jimena Monsalve, Marcelo Peluzzi y Axel López, junto a Eduardo “Coco” Oderigo y su equipo Los Espartanos, se reunieron con funcionarios de la Secretaría de Justicia y de Asuntos Penitenciarios, además de entrenadores del Marcos Paz Rugby Club.
Hubo primero una charla y luego, en la cancha del penal, durante más de dos horas, los jóvenes aprendieron las reglas básicas del deporte, “tacklearon” y jugaron un partido que nadie quería terminar.

Oderigo –ex jugador del SIC y fundador del equipo Espartanos, conformado por presos y ex presos– transmitió las experiencias vividas en los penales de la provincia de Buenos Aires, donde comenzó el proyecto que dio notables resultados, principalmente al reducir la violencia en pabellones difíciles, así como también al anular el índice de reincidencia en aquellos que formaron y continúan en el programa.

Esta propuesta incentiva la participación de la ciudadanía que, desinteresadamente, se involucra en colaborar con algún aspecto del tratamiento penitenciario y con el regreso de los presos al medio libre. Además, se trabaja la continuidad en la práctica del deporte al finalizar la condena, como en el caso de Jesús, que hoy sigue jugando en el Club Virreyes, aunque no logra insertarse en el ámbito laboral formal.

La integración social es fundamental para evitar la recaída en el delito. Por eso surge la intención de trabajar para reducir con estas actividades los índices de reincidencia y contribuir a que la reinserción social no sea solo un discurso legal. Reducir la reincidencia es un modo de proteger a todos los ciudadanos y esbozar otros caminos posibles para promover la seguridad, sostienen los jueces que lo propician.

El próximo paso es que el Marcos Paz Rugby Club, junto con los profesores de Educación Física del penal, apoyados por todos los que impulsaron la iniciativa, logren que la actividad se pueda practicar en forma semanal. La idea es que los clubes cercanos a las cárceles se involucren en la actividad.

El viernes, Los Espartanos dejaron a los chicos una “guinda” –denominación común que se da a la pelota de rugby– y una remera con el logotipo del equipo, que es una máscara, y al darla vuelta, la misma imagen se convierte en un águila. Representa la posibilidad de transformación, la diferencia entre lo que las personas muestran habitualmente a los demás, frente al verdadero potencial inspirador de la imagen del águila, que invita a la libertad y a emprender un vuelo.

Este surgió como una forma de esfuerzo mancomunado para dar impulso al desarrollo de actividades deportivas como el rugby, que tiene una mística especial, además fortalecer y templar el carácter, desarrollar otras áreas de la persona, como el acatamiento a las reglas de juego, la regulación de los impulsos, el cuidado del propio cuerpo y del compañero y, por sobre todas las cosas, inculcar los valores humanos de grupo que inspira.
El papa Francisco
En un año en el que las “Reglas Mandela” de las Naciones Unidas han cobrado una especial difusión, Oderigo recordó a los jóvenes el mensaje que les dio el papa Francisco cuando recibió a Los Espartanos al decirles que “en el arte de ascender, lo que importa no es caer, sino no permanecer caído”.

El papa Francisco, voz constante en defensa de los derechos humanos de los privados de libertad, en este Año de la Misericordia, había enviado otro mensaje en mayo pasado a un grupo de jueces y funcionarios del Consejo de la Magistratura de la Argentina que trabajan en la ejecución de la pena, al decir que “Ninguno está perdido”, en una conmovedora homilía en la que reflexionó sobre la parábola de la oveja descarriada. Constantemente incentiva con su mensaje la concientización de todos los ciudadanos comunes para comprometerse a trabajar en la reinserción social.

Se espera que con la coordinación de esfuerzos entre los jueces de Ejecución Penal y los funcionarios del Ministerio de Justicia del Poder Ejecutivo vinculados a la ejecución penal, este programa se extienda en todo el país.



Fuente: Revista Veinitrés – 29/9